¿Qué diferencia hay entre pedófilo y pederasta?
Aunque se suelen utilizar como sinónimos, ambos términos presentan diferencias tanto en su origen lingüístico como en su significado.
A los adultos que sienten una atracción sexual, violan, explotan e incluso matan a niños y personas menores de edad se les suele calificar indistintamente de pederastas o pedófilos. Sin embargo, ambos términos proceden de conceptos griegos distintos y no deberían ser utilizados como sinónimos.
La palabra ‘pedofilia’ proviene del griego páis, —niño— y filia, que se traduciría como amistad, amor o afecto espiritual. En la Antigua Grecia, era una práctica común que los púberes tuvieran relaciones sexuales con sus docentes para promover los lazos entre ambos y a esto es a lo que se llamaba pedofilia. Los pedófilos, o paidófilos son aquellas personas que sienten deseo por prepúberes. Algunos lingüistas afirman que aquellas personas que sienten atracción sexual hacia niños y niñas podrían calificarse como ‘paidionófilos’, que serían aquellos que aman anímicamente a los niños.
Por el contrario, el vocablo pederasta proviene de eraõ (amar con pasión) y paídes (plural de páis) y hace referencia a , en su gran mayoría hombres, que llevan a cabo acciones de abuso sexual a menores. La principal diferencia que se ha ido remarcando durante los últimos años es que un pedófilo siente una atracción por menores pero no tiene porqué llegar a desembocar en una acción concreta o consumación de dichos deseos. Por otro lado, un pederasta sí ejecuta la acción de abuso sexual.
Mientras que la pedofilia se define como una parafilia, un tipo de trastorno sexual caracterizado por fantasías y excitación sexual intensa y recurrente con prepúberes (generalmente menores de 13 años), la pederastia es, una práctica delictiva que conlleva el abuso del o la menor y que provoca graves repercusiones en el desarrollo psicológico, social y sexual de la víctima. No todos los pedófilos tienen porqué ser pederastas.
Existe también la figura del agresor dual, aquel que consume contenido sexual infantil y que además abusa físicamente del o la menor. El 72% de los agresores duales penados —según Montiel, investigadora de VICRIM— poseía imágenes cotidianas de menores, es decir, sin contenido sexual, lo cual alerta sobre el contenido que subimos en redes sobre la figura de los menores.
Hasta la fecha los datos de estudios realizados en cuanto al riesgo de que un pedófilo que consume imágenes de explotación infantil llegue a abusar de un niño, son contradictorios. Se necesitan muestras más amplias para llegar a resultados concluyentes.
La mayoría de las personas con pedofilia no suelen buscar tratamiento precisamente porque son conscientes de que las personas en general no parecen notar la diferencia entre: sentirse involuntariamente atraído sexualmente por niños pequeños y molestar o agredir sexualmente a niños.
No buscar la ayuda de un especialista es precisamente lo que puede conducir a que un pedófilo pase de la simple atracción a la agresión sexual de niños como hecho más probable.
El último caso es un delito sexual y un grave error moral. "Si el objetivo es proteger a los niños del daño, como debería ser, entonces deberíamos dejar de estigmatizar la pedofilia per se y comenzar a estigmatizar (o seguir estigmatizando) a aquellos que realmente abusan sexualmente de los niños por cualquier razón, ya sean pedófilos o no", escribía el investigador de Ética y Política de la Universidad de Oxford Brian D. Earp en el blog Practical Ethics.
En otras palabras, los pedófilos no infractores no deberían ser estigmatizados siempre que no ofendan, ni se confundan con agresores sexuales. En cambio, se les debería alentar a buscar tratamiento para su trastorno antes de que provoquen daño a los niños, algo que, según Earp, solo sucederá si podemos mantener clara la diferencia entre ambos casos.