Podio en el Nacional de Ruta Sub-23 del año 2010, subcampeón del Omnium en China el año 2011, campeón panamericano de la madison en 2011 y 2012, plata y bronce en el Panamericano de Ciclismo de Pista 2014, ganador de metas sprint en la Vuelta Ciclista a Venezuela 2015, bronce panamericano 2015, campeón de la Vuelta al Valle de Argentina 2015 y medallista de bronce en el Panamericano de Ciclismo de Ruta 2018.
Aquella es parte de la historia de Cristopher Mansilla, destacado ciclista chileno que remeció el ambiente deportivo tras fallecer por Covid-19 a sus cortos 30 años.
“Hoy creo que es el día más difícil de afrontar para mí, sentimientos encontrados, triste, llorando… Me van a inducir a coma por la falla en los pulmones que me aqueja”, alcanzó a escribir en su cuenta de Facebook, días antes de su deceso, el hijo ilustre de Puerto Natales que no pudo regresar de la intubación.
Historia deportiva, y también humana, que tuvo la oportunidad de conocer de cerca el coronelino Pedro Palma, otro de los destacados exponentes que ha dado el ciclismo chileno en los últimos años.
Las palabras de Pedro Palma salen quebradas: dolidas desde el otro lado del teléfono. “Es difícil de creer. Uno siempre piensa que por ser deportista está libre de esto, se cree inmune y esto demuestra que no es así”, parte diciendo.
Provincianos los dos, compartieron desde muy jóvenes en distintos procesos de la selección de ciclismo. “Fuimos compañeros en todas las categorías, desde juvenil, cuando teníamos apenas 17 años, hasta Sub 23 y Elite. Hicimos un camino a la par, por ser contemporáneos, varios años en el equipo USM-Skechers-Bianchi en la selección, toda una vida”, relata el hoy kinesiólogo.
Sobre las condiciones deportivas del desaparecido ciclista, Palma no tiene dos opiniones: era de lo mejor que había en Chile.
“Cristopher era una carta ganadora, siempre lo fue. Era de esos deportistas estrellas que tú sabes que teniéndolo en tu equipo, seguro que vas a ganar. Era un sprinter, un rematador nato, que a nivel sudamericano brilló alto, y que respondió también cuando fue puesto a prueba en Europa”, asegura.
Sin embargo, en donde resalta más su figura es en el plano humano. “Era muy querido en el grupo, como pocos. Pese a que generalmente los ‘sprinter’ son casi odiados debido a su agresividad, él se diferenciaba del resto y sabía dejar aquello en la pista. Era difícil no quererlo”, destaca.
Pese a que se le desconocían enfermedades de base, Palma señala que el tema respiratorio era el talón de Aquiles de Mansilla. “Siempre caía grave con episodios de neumonía, eran recurrentes sus resfriados, que incluían tos rara y todo eso, lo que se acentuaba cuando vivía en Santiago. Él se había alejado hace unos cuatro años de las pistas y vuelto a Puerto Natales con su hermano, con una vida normal en su tierra”, cuenta.
En la despedida, Palma solo tiene palabras de reconocimiento. “ Fue un buen compañero de ruta en este deporte. Uno mira atrás y parece ayer cuando compartíamos viajes, esperas en los aeropuertos o celebrábamos triunfos. Lo recordaré siempre como un apasionado, como un grande de las competencias”, cierra.