Miguel Ríos: “La noche me resulta ahora hostil. Ya no es aquel reino en el que pasamos tantas horas maravillosas”

El cantante granadino acaba de publicar disco, Rock And Ríos And Cía, una versión renovada del mítico Rock&Ríos con invitados de todas las generaciones del rock y en agosto comienza nueva gira. Hablamos con él del disco, del mundo, de su historia musical y de su novia.
Miguel Ríos.
Miguel Ríos.Getty

Uno de los mayores éxitos comerciales de la carrera de Miguel Ríos (Granada, 1944) fue Rock&Ríos, un disco en directo de 1982 del que despachó 400.000 ejemplares. Cuatro décadas después de aquel concierto que dio pie a una gira que celebraba la democracia, el músico granadino ha querido festejarlo con Rock And Ríos And Cía, una versión 2.0 renovada con invitados que representan a todas las generaciones del rock.

En estos días en los que anda promocionando su trabajo, Ríos hace hincapié en que no es partidario de la nostalgia, pero sí deudor de la memoria. “Cuando entras en edades como la mía, te sientes increíblemente tentado a recordar las horas del esplendor en la hierba, todos aquellos éxitos y aquellos estados de ánimo que se tenían cuando eras más joven. Intento no caer en eso, porque creo me debilita, aunque sí creo en el peso emocional e histórico que todo lo vivido tiene en mí”, señala a nuestra revista un hombre que lleva trabajando desde los diecisiete años y el próximo mes de agosto, buscando ya los ochenta, volverá a lanzarse a la carretera para protagonizar su enésima gira nacional.

Vanity Fair: Anunció varias veces su retirada de los escenarios, pero veo que le cuesta cumplir las promesas.
Miguel Ríos: Sí, la verdad es que soy un poco…. A ver, soy Géminis, así que tengo ciertos altibajos. Había veces en las que creía, y seguramente volveré a creer en algún instante del futuro, que no estaba en un buen momento de inspiración para salir de un bucle de canciones que habían tenido mucho éxito. Me resultaba difícil componer material nuevo, y creía que ya no merecía la pena seguir estirando el chicle.

¿Y qué le hizo cambiar de opinión?
Habría seguido así si no me hubieran llamado para la gira de El gusto es nuestro [de 2016]. Pasé cinco años sin vivir de la música, aunque cantaba en eventos solidarios y muchos amigos me invitaban a cantar y grabar con ellos. Se presentó aquella oportunidad y, de pronto, era casi como que, si yo no estaba, no iba a salir adelante lo de El gusto es nuestro, 20 años. A mí me gustaba mucho cantar con esas personas maravillosas que son Víctor Manuel, Joan Manuel Serrat y Ana Belén. Como me encontraba muy bien de voz, no había perdido el pelo y tampoco había engordado demasiado, allí me lancé otra vez. El tiempo que pasé en barbecho fue un tiempo en el que escribí mis memorias para Planeta, lo que me ocupó tres largos años. Creí que por ese lado podía tener una salida, pero luego comprobé que cuesta mucho más escribir que cantar. Lo peor que tiene la música es el hecho de ver si eres aceptado o no, si un disco llega o no a la gente…, pero esto es algo que ves con una cierta inmediatez, cosa que no sucede en la literatura. Cuando tenía 65 años, pensé que ya había estirado el chicle, pero luego empecé a hacer todo eso, hice también una gira con una sinfónica y luego compuse un material bueno en formato acústico. En fin, creo que ya he pedido demasiadas veces disculpas por faltar a mi palabra [risas].

¿Qué es lo que más pereza le da de las giras?
Las giras no me dan ninguna pereza. Lo peor quizás sea la incertidumbre por cómo va a ir, aunque eso también te lo tomas como parte del juego, y hasta tiene un componente que te mantiene activo y esperando lo mejor.

¿Se sigue considerando mejor intérprete que compositor?
Hombre, por supuesto. Como compositor he tenido mucho menos entrenamiento y muchas menos facultades. Oye, yo creía que íbamos a hablar de mi disco [risas].

Claro. Cuénteme, ¿cómo se ha gestado este trabajo?
En realidad, soy de celebrar muchas efemérides, porque eso me permite ponerles un nuevo vestido a las canciones. Me había sentido muy reacio a hacer esto con el Rock&Ríos, porque no tenía una llave para hacerlo. No quería hacer una mímesis del concierto original, ni quería meterme obligatoriamente en los pantalones a rayas, porque además tampoco cabía ya en ellos. Cuando esta vez decidí aceptar, lo hice porque una celebración tan redonda como esta, de cuarenta años, es increíble para un cantante de rock. Estaba bien de voz, porque andaba haciendo la gira acústica y me daba cuenta de que a la gente le gustaba lo que hacía. Además, encontré la fórmula, que consistió en celebrar el Rock&Ríos, más que en intentar repetirlo. Quería celebrar a toda esa gente del rock que, a raíz de aquel disco, pudo engancharse más a la música, porque lo cierto es que la industria cambió muchísimo en cuanto a su consideración de lo que podía dar el rock and roll. También me animó el que la mayoría de los miembros de la banda, excepto Sergio Castillo y Paco Palacios, estaban aún vivos. Pensé que venir a los conciertos y tocar sus viejos éxitos podía ser tentador para ellos. Todo eso me animó. Anunciamos las entradas sin decir que venía gente invitada, comprobando que era el Rock&Ríos lo que atraía a las personas. Luego, cuando ya vimos el disco confeccionado y con todas esas colaboraciones maravillosas que tengo, vimos que aquello ya era otro producto.

Ha dicho que el Rock&Ríos original “salía en la búsqueda de la utopía y, este, en el intento de huir de la distopía”. ¿Tan negro ve el futuro del país?
Sí, pero no solo el de este país. Veo el futuro de la humanidad bastante chungo. A nadie se le escapa todo lo que está pasando con la irrupción de ese neoliberalismo con tintes trumpistas. Todavía tenemos esperanza de poder arreglar la situación y que no sea catastrófica, pero solo pasará si lo hacemos ahora. La cuestión es que el cambio que se tiene que dar para que hagamos ahora esta especie de rescate del planeta y de nuestras vidas es muy drástico, y yo no veo al mercado, que es el que más ha marginado al ser humano, con intención de perder cuota de poder. En España, además, tenemos la obligación de defender unos principios que tienen que ver con la igualdad, la solidaridad, el reparto de la riqueza y la aceptación del feminismo como un polo importante del desarrollo humano.

Ya no sale nunca por la noche y apenas acude a saraos. ¿Lo hace para cuidar al máximo su voz?
No, no, lo hago también porque la noche me resulta ahora hostil. Ya no es aquel reino en el que pasamos tantas horas maravillosas. También, evidentemente, si yo siguiera comportándome conmigo mismo como lo hacía cuando era joven, sería gilipollas. En realidad, es que ya no puedo hacerlo. Ya no da más de sí el organismo, el deterioro es evidente. Ahora tienes que ir siempre a favor de obra. Cuando era joven pensaba ‘No jodas, esto lo paso y mañana cuando me levante estaré perfecto’. Ahora no me pasa eso, ahora necesito estar unos días en dique seco. Además, precisamente por lo vivido, todo esto no me resulta ya una novedad. La verdad es que no me quejo por no hacerlo. Lo que hago ahora es ocupar el tiempo en otras cosas.

¿Su novia es más marchosa que usted?
No, no. A pesar de que es más joven que yo, siempre fue más sensata que yo.

¿En qué sentido lo dice?
Ella ha sido y es una mujer fundamental en mi vida. Le dediqué un disco, creo que fue el Symphonic Ríos, por ser mi cielo protector. Creo que ella supone una protección absolutamente fundamental para mí, para intentar frenar a este Géminis que un día cree que puede y otro piensa que está hundido. Afortunadamente, me balanceo muy bien con ella.

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