Canogar, el informalismo de posguerra

El Paso

La galería Mayoral presenta siete obras de uno de los fundadores del grupo El Paso

Fotos Canogar

Barbecho (1963), uno de los óleos de Rafael Canogar, expuestos en la galería Mayoral

RAFAEL CANOGAR / gm

El uso predominante del color negro entre un buen número de artistas españolas de la posguerra es una clara referencia a las pinturas de Goya o Solana pero también al opresivo ambiente político del país durante estos años. Y uno de sus exponentes más relevantes es Rafael Canogar (Toledo, 1935), uno de los miembros fundadores de El Paso, de quien ahora la galería Mayoral de Barcelona ofrece siete importantes obras de su etapa informalista, realizadas entre 1958 y 1963 (la exposición estará abierta hasta el 29 de marzo).

Mayoral ha apostado decididamente por el arte de la generación de la postguerra, la que tomó el relevo de Picasso, Dalí y Miró. Y esa vocación le ha llevado a exposiciones en los últimos años en Barcelona (y desde finales de 2019 en la galería de París) de obra de Dau al Set, El Paso y los escultores vascos, los tres grandes grupos de artistas que a mediados de los años 50 empezaron a romper con el arte oficial y a mostrar unas aspiraciones de libertad que se traducían también en innovación y experimentación formal.

Las siete pinturas de Canogar, del periodo 1958-1963, reflejan un “momento definitorio” de su carrera

Canogar que empezó con unas primeras obras impresionistas, pronto dio el salto al informalismo de la mano de su maestro Daniel Vázquez Diaz e influido por Miró. En 1957 es cofundador de El Paso con Millares, Saura, Feito, Rivera, Joana Francés, Antonio Suárez y el escultor Pablo Serrano, siendo el más joven de todos ellos. Y en los años siguientes participará en la Bienal de Venecia y en las exposiciones colectivas del MoMA, Tate, Guggenheim y museo de Artes Decorativas de París dedicadas a la “moderna pintura española”. Posteriormente evolucionó hacia un cierto figurativismo, inspirado en los medios de comunicación y con una fuerte carga social y política, y llegó a considerar la abstracción como un estilo demasiado elitista. Pero una década después regresó al informalismo.

Las siete obras que ahora muestra la galería Mayoral (tres del propio artista, cuyos precios de venta oscilan entre 60.000 y 120.000, y otras cuatro de colecciones particulares) evidencian esta voluntad de dar visibilidad a un periodo histórico de la creación pictórica que no siempre ha tenido su reflejo en los museos catalanes. Canogar solo ha dispuesto de exposiciones individuales en Catalunya en pequeñas galerías. Una de sus primeras presencias fue precisamente en la galería Adrià, en el mismo local donde ahora está Mayoral, y únicamente ha repetido en la galería Barcelona y en la Cadaqués, de Lanfranco Bombelli. Pero la muestra actual es un buen ejemplo de la vitalidad, compromiso y vigencia de la obra de Canogar.

Enrique Juncosa, comisario de la exposición, considera que estas siete obras reflejan “un momento definitorio” de la carrera de Canogar. La gestualidad, la importancia de la materia, el uso del blanco y negro o los juegos de luces y sombras son elementos comunes capaces de crear “un arte no figurativo próximo al espectador”.

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