Portal del Valle de Elqui. Foto: Claudio Labarca Véliz.

El Portal del Valle de Elqui y la Historia de las Tres Tribus

Proyecto Supay Wasi
18 min readAug 5, 2019

Por Patricio Barría

En: Cuadernos Supay Wasi #4 (ISSN 0719–9600)

“Cuando llegaron los españoles, existían tres tribus de indios en el Valle de Elqui. Primero los que vivían para abajo en Marquesa, luego venían Los Diaguitas, aquí desde el Mamalluca para arriba y al final del valle, para la cordillera, en las faldas del Cerro Doña Ana y las Tórtolas, vivían los más ricos de todos, los Incas.”

(Don Segundo, poblador de Andacollito)

Imagen satelital, Frente Cordillerano (Portal del Valle de Elqui). Autor: Vicente Letelier.

REVISANDO NUESTRA HISTORIA

En el siguiente texto plantemos una “nueva” interpretación sobre temas de interés de la historia indígena del Valle de Elqui, apoyados en un material inédito, fragmentos de la memoria oral elquina, cruzados con fuentes arqueológicas, etnográficas, históricas e incluso geológicas, desde una perspectiva de descolonización.

Plantearemos la importancia — como hito cultural, histórico y sacro — del denominado, Portal del Valle, una puerta compuesta por los cerros que se elevan inmediatamente al este de la ciudad de Vicuña (ver imagen de cabecera) y que según veremos es una marca central del espacio territorial elquino, además de ser, desde nuestro punto de vista, un marcador fundamental para comprender la historia local desde un punto de vista des-colonial. Junto a este hito, analizaremos dos versiones de la historia de las tres tribus, un relevante relato local, sobre la historia indígena elquina, que nos entrega importantes luces para entender lo que aparece en las fuentes documentales coloniales.

El interés del tema, radica en los debates actuales entre el mundo indígena, la etnoburocracia, el mundo académico y una variopinta gama de interesadxs en el movimiento de los recuerdos sobre lo indígena en este territorio. El Proyecto Supay Wasi, si bien camina sus propios senderos, no es ajeno a la temática en cuestión —ya que en sus casi dos décadas de caminar los cerros elquinos y en su trabajo de juntar fragmentos de historias, relatos, sueños, vivencias, etc.—ha ido cosechado, re-visiones, sobre la historia local, para compartir y poner sobre la mesa. No pretendemos en ningún caso, sobre este tema en particular, poseer una versión verdadera y monolítica de la historia, sino solamente entregar una versión diferente de los hechos, otro punto de vista, tratando de ver y contar, en sintonía fina con nuestro propio estilo y nuestra propia historia territorial, familiar y personal.

EL ESCALÓN CORDILLERANO

El Valle de Elqui — como valle transversal que corre desde la Cordillera de los Andes hasta la mar — tiene dentro de sus características más significativas que desde La Serena y hasta la ciudad de Vicuña, los cerros que acordonan el valle no superan los 1.000–1.500 metros sobre el nivel del mar, pero inmediatamente al este de la ciudad de Vicuña, se produce una abrupta subida: los cerros repentinamente se elevan por sobre los 3.000 metros de altitud (Paskoff, 1970). Algunas teorías científicas sobre este levantamiento o escalón cordillerano se explican, con base en la existencia de una falla geológica denominada Falla Vicuña, la cual sería causante de este rasgo morfológico, y cuya actividad se habría desarrollado hace unos 40 millones de años (Dediós, 1967; Mpodozis & Cornejo, 1988; Pineda & Emparán 2006). Los primeros cerros que componen este portal montañoso son el Mamalluca, el Negro y el Porongo, por la banda norte; y el Peralillo, Paranao y Toro (o La Campana) por la banda sur del valle. Esta particular configuración geológica recibe la denominación local de Portal del Valle o El Portal y a continuación veremos una serie de implicancias bastante significativas para la historia local que esta puerta montañosa posee (Barría 2019).

El Portal del Valle de Elqui. Imagen: Vicente Letelier.

LAS MITADES DEL AYLLU

Durante la anexión del Valle de Elqui al Tawantinsuyo Inca, el territorio se hallaba organizado políticamente en dos mitades:

“Un cambio importante que ocurrió entre los Diaguitas, producto de su rápida incorporación y colaboración con el Tawantinsuyu, se encuentra en la esfera político-económica. Los Inka profundizaron y dieron mas jerarquía al sistema de organización dual de la sociedad Diaguita. Bajo este régimen, en cada valle se establecían dos dirigentes locales, los que mandaban sobre la parte inferior y la parte superior de ese territorio, respectivamente. La parte de “abajo” y “arriba” de cada valle formaban a su vez una suerte de unidad mayor y mantenían estrechas relaciones de parentesco. La posible existencia, previa a los Inka, de esta forma de organización social, típicamente andina, sumada a algunos elementos de la iconografía diseñada en la cerámica por los Diaguita, hacen pensar que si bien esta sociedad era de una complejidad mucho menor que la del Tawantinsuyu, compartía con ellos algunos elementos de su ideología y organización social, cuestión que facilitó las relaciones entre la población local y el nuevo poder dirigido desde el Cuzco.”

(Cornejo, 2001)

Nosotros plantearemos que este sistema de organización dual o Ayllu (Zuidema, 1980), que existió quizás desde antes del advenimiento del Inca, tuvo su hito territorial, político y sacro — que marcaba la división entre la mitad de arriba y la mitad de abajo — en el denominado Portal del Valle, situado al este de la ciudad de Vicuña, entre los actuales poblados de San isidro, Peralillo y Diaguitas. Esta puerta del territorio es un hito en que coinciden, la intersección del valle de Elqui ,con lo que los geólogos denominan Escalón Cordillerano y una antigua delimitación territorial, que aparece en la documentación colonial, separando dos territorios: El Valle Delque —de vicuña hacía el mar — y el Valle de los Diaguitas — desde el Portal del Valle hacia la Alta Cordillera.

Los ayllus podían estar compuestos tanto por individuos de un mismo grupo étnico, así como también por la agregación de dos o más grupos étnicos, como en el siguiente caso del área de Carabuco, pueblo pacaxa-umasuyu (Alto Perú):

“Los Urinsayas que son los indios naturales de la provincia decían por baldón a los anansayas que eran forasteros y advenedizos, gente sin tierra ni propia patria, mantenidos por piedad en la suya. Los anansayas respondieron que ellos habían venidos enviados por el inca a aquella región porque conociéndolos por malos y pocos fieles a su señor natural gustaban estuviesen sujetos “

(Ramos Gavilán 1621; 1976: 34)

En este caso vemos cómo un grupo advenedizo, que configura una de las mitades del ayllu (anansayas) aparentemente ha llegado a ocupar ese territorio por orden el Inca, siendo originarios de otro territorio. Este tipo de reordenamiento del mapa étnico y político, durante el periodo Inca, también ha ocurrido en nuestro Valle de Elqui y este devenir ha quedado grabado en las diversas variantes del relato oral elquino, conocido como historia de las tres tribus. Gracias a las fuentes coloniales, se sabe, por ejemplo, de la existencia de grupos de la etnia Churumatas, cuya zona de origen se debate entre algunos lugares del Noroeste Argentino y sur de Bolivia:

“Las reflexiones de las investigaciones contextuales, y los datos presentes en la documentación judicial, nos permiten sostener que la comunidad de indios churumatas del valle de Elqui fueron mitmaqkunas incaicos que, producto de los avatares históricos, permanecieron en las tierras del Norte Chico de Chile luego del decaimiento del Tawantinsuyu; la presencia de un tambo en sus tierras, la fuga de algunos indios de comunidad a las tierras del Cuyo, y el rol general otorgado por el Inca a las comunidades de indios churumatas en el sur de Bolivia, parecen ser la explicación más plausible de la presencia de esta comunidad de indígenas en las tierras del valle de Elqui.”

(Pizarro, 2008)

Otro grupo movilizado por los Incas y que tuvo un papel importante en las Guerras Calchaquíes — al otro lado de la Cordillera de los Andes — son los Paciocas, que según la etnohistoriadora trasandina Ana María Lorandi, han participado de una estructura dual o tripartita junto a otros grupos:

“Otra de las novedades fue la identificación precisa del origen de algunos mitimaes trasladados al valle por los incas. En particular la de los paciocas... Mercedes del Río localizó un documentos sobre grupos de Oruro u Orurillo que habitaban en las proximidades de Sicuani, en la provincia de Canas al sur del Cuzco, que respondían al apelativo de mapaciocas… Esto refleja, entonces, que este grupo había tenido una importancia crucial en el control del valle en tiempos incaicos y que conservaba parte de su poder en el período hispano-indígena.La confirmación del origen de los paciocas condujo también a presentar algunas alternativas al análisis de la estructura jerárquica de los pueblos originalmente encabezados por el cacique Juan Calchaquí, los tolombones, paciocas y colalaos. En esta versión — síntesis — se plantea la posibilidad de que este grupo haya tenido o bien una estructura binaria o tripartita...”

(Lorandi, 2002)

Como dato interesante —aunque muy incompleto por la vaguedad del testimonio y la falta de mayores relatos y fuentes que apoyen la idea — hay un testimonio oral, que hemos recopilado en la localidad de El Molle y versa lo siguiente:

“Acá en el molle los indios que vivían eran los pachocas, esos eran los indios de este lugar…”

Para finalizar y terminar de confirmar la complejidad, del panorama étnico elquino durante la colonia, cuya complejización ya se había agudizado durante el periodo Inca, basta mencionar una de las primeras encomiendas del Valle de los Diaguitas, en un pueblo cercano al actual emplazamiento de Rivadavia, la encomienda se titulaba con el nombre de: encomienda de indios diaguitas chile (Castillo, 2011) . El etnónimo Chile era asignado a grupos provenientes del sur del Choapa, en el actual valle de Aconcagua y eran grupos hablantes del mapuzungu . En la lista de los nombres que componen esta encomienda se aprecian claramente apellidos en lengua Mapuche, mezclados junto a otros apellidos que tenían los Diaguita de aquella época. Lo interesante es que ambas ascendencias, Diaguita y Chile, conviven en la misma comunidad, un mundo chi’xi, donde se entramaron las culturas originarias elquinas, desde tiempos incaicos y muy probablemente desde antes.

Imagen satelital, Portal del Valle de Elqui. Autor: Vicente Letelier.

LAS TRES TRIBUS

Uno de los relatos orales sobre la historia indígena elquina, más importante que hemos podido conocer, es la historia de las tres tribus. Un relato narrado en algunas localidades a lo largo del valle y que posee diversas versiones, como por ejemplo este fragmento, de principios de la década del 1980, publicado en una revista de divulgación científica:

“Tres kilómetros más arriba del sector excavado está “La Fortaleza”, lugar muy conocido por los lugareños como “Piedra del Indio” o “Lugar donde bailaban los indios”, ya que la tradición cuenta que allí se juntaban tres tribus a fumar la pipa de la paz. De cordillera al mar lo hacían los Diaguitas, los Puclaros y Los Mollenses.”

(Castillo, 1983)

En este caso el relato está ligado al sitio arqueológico denominado “La Fortaleza” y relacionado por los arqueólogos a la Cultura el Molle [300 AC-800 DC] (Cornely, 1956). Lo primero que nos llama la atención de este relato es la denominación del sitio por los lugareños como “lugar donde bailaban los indios” y lugar donde “se juntaban a fumar la pipa de la paz”, alusiones de índole ritual-festivas. En el caso de las danzas, no creo que sea necesario exponer a fondo, la reconocida familiaridad que los bailes tienen en las tradiciones de Abya Yala, tanto antes de la llegada de los españoles como después, quizás solo sea pertinente mencionar la actual tradición de los Bailes Chinos, cuyas flautas siguen resonando en nuestro valle desde tiempos inmemoriales.

En cuanto al asunto de los rituales fumatorios, denominados en la memoria oral local como “fumar la pipa de la paz”, hay algunos puntos interesantes de mencionar. Si bien en lo referente a la pipa de la paz, hay una clara connotación alusiva al cine del lejano oeste norteamericano o western, la existencia de pipas y el consumo de plantas por vía fumatoria, es una realidad muy clara desde tiempos prehispánicos. Desde la clásicas pipas con forma de “T” invertida de la Cultura el Molle, existen evidencias abundantes de prácticas fumatorias. Entre las plantas enteógenas usadas probablemente para tal fin, se encuentra el Cebil (Anadenanthera colubrina) cuyas fuentes de aprovisionamiento más cercano se encuentran en la Provincia de Catamarca (Argentina), dentro de las existentes localmente, tenemos, por ejemplo, a la Tupa (Lobelia tupa), también conocida como Tabaco del Diablo, planta que pertenece a la selecta categoría de Waichafe Lawén en la herbolaria mapuche. Sin embargo la planta más preponderante en los complejos fumatorios, no solo en esta región sino en todo Abya Yala es el mismo género de planta utilizada en la “pipa de la paz” norteamericana, el tabaco:

“Los antecedentes sobre la presencia de los complejos fumatorios en Chile se apoyan en la aparición de pipas durante el período Alfarero Temprano y el consumo generalizado de Nicotiana spp…Los registros documentales en el área de estudio señalan varias denominaciones para las pipas, tales como kütras (Guevara, 1911), kitra (De Augusta, 1992[1916]) y quichras, quitras y cütras (Latcham, 1936). En relación con el acto de fumar, Guevara (1911) señala que la palabra pütrem se refiere a toda sustancia fumable y pütremen o pütremtun al acto de absorber el humo, quemar algo que echa humo y al mismo acto de fumar (Guevara & Oyarzún, 1912). Sin duda, las diversas fuentes destacan la importancia del tabaco y del humo en la ejecución de ceremonias como nguillatun, juntas de rogativas, invocaciones, ritos de sanaciones y de iniciación de machi, conjuros, alianzas de paz o lúdico-domésticas”

(Belmar Et al., 2017)

Sitio arqueológico La Fortaleza, el Molle, Valle de Elqui.

Volviendo a la historia de las tres tribus, en el relato compilado por Gastón Castillo, apreciamos la distinción entre tres grupos, mencionados como tribus, en este caso denominados como: Diaguitas, Puclaros y Mollenses. Esta distinción tiene algunas variaciones entre los diferentes relatos, manteniéndose siempre la delimitación de los Diaguitas hacia la parte alta del Valle de Elqui y en otros casos la incorporación de los Incas al relato. Otro punto a recalcar es que en toda la variedad de relatos siempre son tres los grupos (tribus) y muchas veces se menciona la existencia de ritualidades colectivas entre los distintos grupos, como en el caso del relato presentado (fumar pipa de la paz) como en el relato siguiente, que hemos recopilado en nuestro trabajo etnográfico.

LA VERSIÓN ANDACOLLITANA DE DON SEGUNDO

Existe un sugerente relato local, el cual hemos recopilado en el pueblo de Andacollito, que versa sobre la existencia de tres grupos indígenas al momento del contacto con los españoles, este relato resulta bastante interesante, ya que entrega algunas pistas sobre la distribución de los grupos en el territorio:

“Cuando llegaron los españoles, existían tres tribus de indios en el Valle de Elqui. Primero los que vivían para abajo en Marquesa, luego venían Los Diaguitas, aquí desde el Mamalluca para arriba y al final del valle, para la cordillera, en las faldas del Cerro Doña Ana y las Tórtolas, vivían los más ricos de todos, los Incas.”

En este relato se aprecia claramente una división en la ocupación territorial entre un grupo de la parte baja del valle — los de Marquesa — y un grupo de la parte alta — los Diaguitas — mientras que un tercer grupo, caracterizado por su mayor riqueza — los Incas — habitaban en la parte más alta del valle, cercanos al límite con Argentina. La evidencia arqueológica por otro lado, demuestra la existencia de ocupaciones Inca en estos cerros cordilleranos, además de la documentada existencia de “Santuarios de Altura” donde se realizaban los rituales de Capacocha, ofrendas realizadas en los apus más importantes de Los Andes, como parte del calendario ritual incaico (Stehberg, 1995).

Cerro las Tórtolas. Foto: Emilio Naranjo.

Otras evidencias valiosas, las entregan numerosos documentos coloniales, que versan sobre la denominación que se le asignaba al Valle de Elqui en tiempos coloniales. Se menciona la contraposición entre los territorios, uno denominado Valle de los Diaguitas, hacia la parte alta del valle y otro denominado Valle Delque, desde el antiguo pueblo de el Tambo hacia aguas abajo (Castillo, 2011; Téllez, 2008). Esta manera de nombrar a un mismo valle con diferentes nombres, de acuerdo al grupo que lo ocupa, también se encuentra en otros territorios:

“… desarrollamos también la polisemia del término valle, que tanto se aplica a una conformación geográfica como a un segmento de valle o aun territorio acotado por la ocupación de un determinado grupo o cacique. El ejemplo más claro es la designación de valle Calchaquí que proviene del nombre del cacique Juan Calchaquí…”

(Lorandi, 2002)

En este punto es importante mencionar que dentro del territorio denominado Valle de los Diaguitas existían algunos poblados, cuyos nombres se han perdido, como Pama, Tuquí y Lume (pensamos que este pueblo puede ser el mismo que aparece en documentación colonial como Campanalume, que además podría corresponder al actual pueblo de La Campana, ubicado en ese sector).

Pueblo de La Campana. Foto: Archivo Personal.

En algún momento no muy lejano en la milenaria historia elquina, la denominación Valle de Elqui — que muy probablemente proviene de la antigua denominación Delque o Elque, que antiguamente era reservada para la mitad de abajo del valle — se impuso para todo el territorio en cuestión, de cordillera a mar y el topónimo Diaguitas pasó, de ser el nombre para designar un extenso territorio (la mitad de arriba), a solo a nombrar una localidad, tal como es en la actualidad el pueblo de Diaguitas.

Volviendo al relato de las tres tribus de don Segundo, este continúa con un interesante episodio que ocurría anualmente en el valle:

“Una vez al año el jefe de los Incas, mandaba a pedir pescado desde la mar, el cual debía llegar vivo, hasta los pies del Cerro Doña Ana donde vivía — ¿cómo cree usted que el pescado llegaba vivo? echaban el pescado dentro de una vasija de greda en la costa y después ponían un indio cada 20 metros, sobre un camino que tenían bien anivelado, entonces cada una de las tribus ponía a los indios mas rápidos y ágiles que tenían, estos indios se iban corriendo con la vasija lo más rápido que podían hasta cumplir sus 20 metros, ahí se la pasaban a otro indio que los esperaba y así lograban llegar en un solo día con el pescado vivo de la costa a la cordillera…”

Resulta curioso el Inca Garcilaso de la Vega en sus Comentarios reales de los Incas (1609), relate un evento similar que ocurría en el Cuzco. El Inca mandaba a pedir pescado, el cual llegaba en tan solo 24 horas desde la costa a la capital, según el cronista. Nosotros pensamos que este evento se relaciona por un lado, a la integración de las comunidades implicadas en la ritualidad y del gobierno Inca, por otro lado pensamos que estamos frente a alguna ritualidad propiciatoria de la lluvia, que tiene que ver con el casamiento de las aguas, cuyas versiones locales son practicadas hasta la actualidad en ciertas comunidades andinas.

En cuanto a la existencia de un camino precolonial, como el mencionado en este relato, Rubén Stehberg (1995), plantea que en el Valle de Elqui aparentemente no existió un camino del Inca, que recorra su extensión de cordillera a mar, pero si, un camino propio de los grupos locales y anteriores al periodo incaico, porque el Inca: “aprovecha los caminos tradicionales de los señoríos Diaguitas”. La literatura arqueológica no considera la existencia de un camino Inca en la zona, salvo un corto tramo cerca del Tambo las Terneras, en el Río Turbio. Sin embargo hay una huella tropera, que ha sido reutilizada constantemente en el tiempo, que todavía conserva tramos en buen estado, que a partir del pueblo de Diaguitas se bifurca y corre a ambos lados del Río Elqui:

“El camino que le llaman del Inca otros le llaman camino tropero, siempre ha existido, viene desde La Serena y acá en el pueblo de Diaguitas, donde mismo está el puente el camino se divide, antes había un puente colgante rústico… Ahí se hacen dos caminos, un camino sigue por el Río Elqui, derechito pa’ arriba y se va pa’ Argentina, pero no por el Paso Aguas Negras sino por el Cerro las Tórtolas; el otro camino sigue hasta Rivadavia y de ahí se va por el Río Claro y luego por Cochiguáz, tambien va para Argentina pero llega para otro la’o…los antiguos usaban ese camino, mis abuelos, iban con tropas de mulas pa’ Argentina a contrabandear, traían clavos de herraduras, herraduras, yerba mate, cueros y de aquí llevaban también cosas para hacer cambalache…aquí no más se ve clarito el camino en el Cerro la Nariz”

Camino del Inca/sector Puntilla del Socavón, Caminata patrimonial- Proyecto Supay Wasi (Julio de 2019). Foto: Marcelo Heredia.

PALABRAS FINALES

En el presente texto, hemos querido entregar una revisión de la historia indígena del Elqui, cuya partida es el punto de vista local y sus relatos orales, parados desde el Portal del Valle, la entrada al Valle de los Diaguitas, cuna de nuestro proyecto.

Nuestro planteo es que el hito en que se intersectan el Valle de Elqui con el Escalón Cordillerano de los geólogos, que se conoce localmente como Portal del Valle — una puerta compuesta por los cerros que se elevan abruptamente al este de Vicuña — históricamente ha marcado una división entre dos mitades de un mismo territorio, estas mitades en épocas coloniales se llamaban, Valle Delque (mitad de abajo) y Valle de los Diaguitas (mitad de arriba). Esta división es, para nosotros, marca tangible de una ontología indígena en la que la dualidad es un hecho determinante y fundamental. Este tipo de organización dual es típicamente andina y se empareja con el concepto de Ayllu, sistema político/espiritual que aún persiste, por ejemplo, al norte de Potosí en Bolivia.

Ahora, entendiendo que la historia local es un hecho bastante dinámico, las destrucciones y recomienzos se dan a todo nivel y desde el inicio de los tiempos, según los relatos locales como el del diluvio elquino.Por lo tanto es que no concebimos una historia con identidades estáticas ni grupos étnicos homogéneos. En ese sentido creemos que, a través de las centurias, las posiciones en la dualidad territorial, quienes van arriba y quienes van abajo, han pasado por muchos cambios y/o posibilidades, cómo lo atestiguan las diferentes versiones de la historia de las tres tribus. Un panorama étnico que se agudizó durante le periodo Inca y más aún con la llegada de los españoles.

De las diferentes fuentes documentales, como de los relatos orales, se entiende que el ayllu formado para organizar política y espiritualmente al valle, estuvo, por lo menos al momento de la llegada de los españoles, formado por grupos de diferentes identidades y procedencias. La historia de las tres tribus, nos habla de un ayllu formado por al menos tres grupos, lo cual no es incompatible, para nada, con la división dual del territorio, ya que los testimonios, para otras latitudes, con ayllus de más de dos grupos identitarios, lo atestiguan.

Numerosos documentos coloniales atestiguan la existencia de Diaguitas como habitantes del Valle de Elqui y otros valles transversales de Norte Chico, pero también hay otras identidades que resultan fundamentales en la historia local, como los Chiles, hablantes de mapuzugun. El aporte de la cultura Quechua, tanto desde el momento de arribo del Inca como durante el comienzo del periodo colonial, también caló hondo en las raíces culturales regionales:

“Tan arraigada quedó la lengua del Cuzco en las provincias del Norte, que en 1593, cuando llegaron los primeros jesuítas a Coquimbo, «a los indios se les hicieron doctrinas» con procesiones por las calles (de la Serena) y se les predicó y confesó en la lengua del Cuzco, que hasta ahí la introdujeron los reyes incas y persevera hasta ahora*. (Gay, Documentos. T. I, pág. 247).”

(Santa Cruz, 1913)

REFERENCIAS

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