¿VINO CHILENO? No, gracias

¿VINO CHILENO? No, gracias

Peor que la falta de información en el mundo del vino, es la desinformación que hay.  Es más común de lo que desearía, el recibir llamadas telefónicas de potenciales clientes pidiendo vinos rosados en el día de la madre, o preguntando diréctamente por “un vino para mujeres”. A lo largo del tiempo se han ido creando mitos, que han sido repetidos por los “entendidos” del vino; y los que recién se integran reciben esta información como verdadera: “los vinos dulces son vinos de baja calidad”, o “son vinos para principiantes”, “el vino se toma a temperatura ambiente”, “el vino sólo se marida con jamones, quesos y comida de autor” y muchos más, que hacen que nos perdamos de mucho.  La satisfacción de tomar un verdadero vino dulce o maridar un vino extraordinario con alguno de nuestros platos de bandera parece un sacrilegio para un sector de vineros que sigue pensando que el vino es una bebida que sólo debería estar disponible para alguno Es una pena que una bebida que ha acompañado durante tanto tiempo al ser humano, al margen de su condición, se esté convirtiendo en una bebida elitista y sobre todo incomprendida.  Podría seguir mostrando casos relacionados con este problema, pero no es el tema central de este artículo, el punto aquí es el sitio que ocupa el vino chileno en el Perú.

Datos del Portal AGRODATA PERÚ

Decir que los vinos chilenos no triunfan en el Perú sería mentir. Siguen llegando al país bodegas y personalidades del vino del país del sur y, de acuerdo con las últimas estadísticas (el cuadro corresponde a junio 2023), la importación no es la más pequeña (datos del Portal AGRODATA PERÚ).  Sin embargo, cuando se dan conversaciones en confianza entre importadores, vendedores y evangelizadores del vino, todos cuentan una historia similar: es complicado vender vino chileno. ¿Por qué? Para ilustrar el por qué les cuento un caso.  Tengo un cliente que siempre busca “vinazos”, y una vez me dijo que quería probar un gran carmenere. Le recomendé uno de mis favoritos: El incidente de Viu Manent. Me llamó al día siguiente para agradecerme por la recomendación, que había quedado muy bien con sus invitados y me dijo que personalmente le había encantado.  Genial le dije, ¿con cuantos más te apunto?, y su respuesta fue: con ninguno, “no compro vino chileno.”. Al margen de lo loca de la situación (porque ya había comprado), esta frase no es una frase aislada. La “aún existente”, rivalidad entre el Perú y Chile nos pega duro en el mundo del vino, y créanme que nos está haciendo perder de algunos de los mejores vinos del mundo.  Muy al margen de gente cerrada de ideas que a veces aparece en las redes o en los medios de comunicación, los chilenos que he conocido (que no son pocos) aman el cebiche peruano y un buen pisco sour, son gente bien lejos de la política que pudiese o no tener su país, y en el caso específico del vino, es gente que se rompe el lomo todos los días por lograr vinos de calidad, que, como muchos enólogos  dicen, "estén a la altura de nuestra comida".  Hay bodegas que nacieron a fines del siglo XIX como Viña de Rojas (hoy Viña Tarapacá), pero también hay grandes bodegas que datan del siglo 20 como Viu Manent (1935), muchas de ellas creadas por inmigrantes que llegaron con el sueño de hacer buen vino en ese lado del mundo.

A lo largo del tiempo el vino chileno ha creado una identidad, que hace que los expertos descrifren rápidamente la procedencia del vino, y no sólo del país, sino de la región, y es que hay zonas como Cachapoal o Colchagua, que tienen bodegas reconocidas a nivel mundial, y que, mientras en otros países cuestan más o son más dificiles de conseguir, aquí las tenemos al alcance, y con casi todas sus líneas... y nos estamos perdiendo de probar sus creaciones.

Volviendo a las estadísticas, algunos de los vinos más consumidos en Perú, son chilenos. Los Casillero del diablo son muy populares en el país, y en la gama alta el Caballo Loco numerado tiene un lugar muy importante. ¿Qué hace que estos vinos chilenos sean consumidos sin prejuicios?. Pues yo me aventuraría a decir que son marcas que han trascendido su nacionalidad. Cuando las personas compran esos vinos no están pensando en si es de un país o de otro, están comprando la marca directamente. Tanto así que Caballo Loco sacó un grupo de vinos con el mismo nombre y pudo colocarlos a precios elevados, sólo por el nombre (no digo que no sean buenos, pero para mí, un componente importante de su precio viene del nombre). Así que, mientras este “resentimiento” se vaya diluyendo, una estrategia interesante por parte de las bodegas de Chile puede ser buscar esa trascendencia, apostarle a una etiqueta, a una cepa, a una línea y ayudarla a trascender. Con la carmenere hicieron un trabajo extraordinario logrando ganar muchos nuevos consumidores, por lo que con ese ejemplo, y los de las marcas exitosas, tienen un camino a seguir.  Mientras tanto, nosotros, los que amamos el vino y disfrutamos de él, seguiremos encontrando buenos vinos del país del sur a buen precio, gracias a los prejuicios de nuestros conciudadanos.

 

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